La obesidad se define como la presencia de una cantidad excesiva de grasa
corporal, lo que significa riesgo para la salud. Es el producto de un balance
calórico positivo, ya sea por medio de un elevado aporte energético
o por una reducción del gasto de energía. Varias líneas
de investigación han descartado a la sobrealimentación como
un hecho constante en los obesos, considerando a la obesidad como una entidad
heterogénea, compleja y multifactorial.
La obesidad afecta a sujetos de todas las edades y sexos, presentando
en Chile una prevalencia elevada, estimada en adultos de un 13% para hombres
y 22,7% para mujeres. Su frecuencia aumenta con la edad hasta alrededor
de los 60 años en ambos sexos y es constantemente mayor en mujeres
en todas las edades, especialmente en las de estrato socioeconómico
bajo. Se asocia además a una mayor prevalencia de condiciones patológicas
crónicas, tales como hipertensión arterial, diabetes mellitus,
colelitiasis, dislipidemias, cardiopatía coronaria, cáncer,
enfermedades respiratorias, psiquiátricas, osteoarticulares y numerosas
otras enfermedades crónicas, las cuales limitan las expectativas
de vida, con un mayor costo de salud para la población, lo cual
representa un serio problema para la salud pública mundial.
Grado de obesidad y composición corporal del paciente obeso
La obesidad se clasifica fundamentalmente en base al índice de
masa corporal (IMC) o índice de Quetelet, que se define como el
peso en kg dividido por la talla expresada en metros y elevada al cuadrado.
Según Garrow, podemos clasificar a los sujetos en cuatro grados,
de acuerdo al IMC (Tabla 1). Además es útil evaluar la composición
corporal para precisar el diagnóstico de obesidad. Una clasificación
alternativa, según la proposición de la American Heart Association,
clasifica a los obesos en subgrupos de cinco unidades de IMC, relacionando
su grado de obesidad con el riesgo de presentar complicaciones de salud